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Él es mi roca.

Por Nohemí Hernández


Crecí en un hogar cristiano, pero a pesar de eso, tuve que atravesar algunos momentos que hicieron que mi dependencia fuera totalmente de Dios y no de lo que pudiera tener a mi alrededor.

Mi nombre es Nohemí, soy de Venezuela, me mudé a Argentina hace un año y ocho meses con mi familia y quiero contarte un poco de lo mucho que Dios ha hecho en mi vida.

Crecí en un lugar donde económicamente no me hacía falta nada, no era millonaria, pero tenía lo necesario para poder vivir. A partir del 2016 las cosas en mi país empezaron a ponerse complicadas, y, en mi hogar, ya se empezaban a notar algunos cambios.

Después de tener muchas comodidades llegó un momento en el que ya la economía no era estable y recién cumplidos mis 18 años tomé la decisión de trabajar para así poder ayudar en mi hogar y estudiar.

Tuve muchas luchas y conflictos internos; había momentos donde no aguantaba la presión de tener que rendir bien en mi trabajo, universidad, actividades de la iglesia y el saber que en mi casa el ambiente estaba pesado por cómo estaba la situación.

En el 2019 ocurrió un apagón en todo el país por ocho días seguidos, todo se paralizó, los comercios, tráfico, universidades y bancos. No me quedó otra alternativa que arrojarme completamente en los brazos de Dios y aprender a confiar y a descansar en Él. En medio de toda esa tormenta, pude experimentar su paz de una manera que no tiene explicación, porque hubo días que no sabíamos que comeríamos, pero aún así podía sentir su paz y amor.

Me tocó escuchar a mi mamá muchas veces cómo se desahogaba y, mientras lo hacía, yo oraba en mi interior para que Dios siguiera dando su paz y tranquilidad y mi corazón no se llenara de amargura ni quejas contra Dios. Veía muchas veces el esfuerzo que mi papá hacía por traernos algo a casa, veía la preocupación y cargas que tenían por ser ellos los pilares del hogar.

No fue nada fácil pero hoy y siempre seguiré dando gracias a Dios por todo lo vivido porque entendí que mi fe no se basa en lo que yo pueda tener a nivel material. Mi fe y paz se basan en Cristo, porque a pesar de la crisis, nunca dejé de ver su amor en mi familia.

A medida que iba creciendo la crisis, iba aumentando aún más su amor y mi fe en Él. Sabía que Dios siempre me escuchaba y eso era más que suficiente, me llenaba más que cualquier otra cosa. Sabía lo que era confiar y creer, pero no lo suficiente hasta que me tocó aplicarlo y vivirlo; creer que Dios tiene el control de todo y que nada se escapa de sus manos.


Me llevó a la casa del banquete, Y su bandera sobre mí fue amor.

Cantares 2:4

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